¿Por qué hay niños que padecen cáncer? La pregunta es oportuna si se tiene en cuenta que la aparición de esta enfermedad, en la mayoría de los casos, está relacionada con la presencia de factores de riesgo comunes en la vida adulta, como el consumo de alcohol o cigarrillo, o de estilos de vida poco saludables.
En realidad, apunta la Organización Mundial de la Salud, los casos de cáncer infantiles son muy escasos y no alcanzan a representar el 5 por ciento (0,5 %- 4,6 %) de la carga total de morbilidad por esta causa en el planeta. Incluso, las tasas globales de incidencia, anota el mismo organismo, oscilan entre 50 y 200 por cada millón de niños.
En Colombia, por ejemplo, la leucemia linfoide aguda –uno de los tipos de cáncer más comunes en menores de edad– mostraba para el 2011 una incidencia (casos nuevos) de apenas 3,14 por cada 100.000 menores de 15 años, según datos del Observatorio Nacional de Cáncer.
A falta de investigación y del análisis de expedientes particulares pero basados en la evidencia, la respuesta, entonces, apunta a los factores hereditarios y genéticos y otros orígenes epigenéticos (medioambiente, antecedentes personales) y otros factores como las radiaciones ionizantes (liberadas por fuentes naturales, rayos X o dispositivos médicos), la exposición a sustancias carcinogénicas y la falta de acceso oportuno a servicios de salud como los principales responsables de que este aterrador mal llegue al cuerpo de los más pequeños. Y son estas mismas causas las culpables de que, en muchos casos, se llegue tarde al tratamiento.
El diagnóstico temprano
Como la vida del pequeño apenas comienza, no es tan fácil relacionar un síntoma específico con la presencia de cáncer. A eso se suma que muchos tumores son asintomáticos o los signos se asemejan a enfermedades comunes en esas edades, como fiebre, dolor, decaimiento o propensión a las infecciones.
Las leucemias son los cánceres más comunes entre los cero y los 14 años. Luego les siguen tumores del cerebro y del sistema nervioso central, los linfomas, los sarcomas de tejidos blandos y los tumores renales. Entre los 15 y los 19 años, los linfomas encabezan este listado, seguidos por los tumores de cerebro y otros del sistema nervioso central.
Desde el punto de vista médico y científico, a partir de la última mitad del siglo pasado se ha mejorado significativamente. De hecho, se sabe que menos de la mitad de los niños a los que se les diagnosticó cáncer hace dos décadas sobrevivían menos de cinco años. En el mundo, más de 8 de cada 10 niños sobreviven hoy más de ese tiempo.
Sin embargo, estos índices de supervivencia no han sido homogéneos en todos los tipos de cáncer, sino en algunos, en particular con la leucemia linfoide aguda, que puede llegar, incluso, al 90 por ciento de curación si se diagnostica de manera temprana y se aborda de modo integral.
Según los Institutos de Salud de Estados Unidos, de seguir esta tendencia, se cree que los tumores de cerebro serán la primera causa de muerte por cáncer en estas edades, dejando atrás a las leucemias. En Colombia, según Yolima Méndez Camacho, presidenta del Observatorio Interinstitucional de Cáncer Infantil, se diagnostican 1.400 nuevos casos de cáncer infantil cada año, y la tasa de mortalidad ha disminuido de 4,9 a 2,1 de 1975 al 2016.
John Lopera, oncólogo pediatra jefe del servicio de oncología y hematología pediátrica de la Fundación Hospital Infantil San José, afirma que contra el cáncer solo hay una primera oportunidad, y por eso, ante la presencia de un síntoma o signo poco claro que se asocie con malignidad, el personal médico siempre debe sospechar para prevenir un diagnóstico tardío. “En leucemia, morados espontáneos, ganglios, masas y el aumento del tamaño del abdomen son algunos signos”, indica Lopera.
Las barreras de acceso
Si bien en el 2014 el Ministerio de Salud definió, a partir de la resolución 418, una ruta de atención para niños con cáncer que ordena, entre otras cosas, que el diagnóstico para una enfermedad sea confirmado en las primeras 72 horas tras una sospecha inicial de los médicos, persisten barreras de acceso para esta población vulnerable en Colombia.
En el 2016, un estudio de Clara Elena Maestre Mattos, estudiante de la maestría en epidemiología de la Universidad El Bosque, encontró que el 83,26 por ciento de los menores con cáncer, excluyendo leucemias agudas, sufrieron algún grado de incumplimiento en la oportunidad para obtener el diagnóstico e inicio de tratamiento.
El trabajo siguió la oportunidad en la atención en salud que recibieron 768 menores de 18 años con cáncer en Colombia diferente a leucemia linfoide y mieloide aguda y encontró que el 37,75 por ciento tuvo dificultad en la asignación de citas; el 18,54 por ciento, problemas para obtener medicamentos, y el 14,24 por ciento, aprietos en el traslado y otros servicios de apoyo social.
“Estos resultados presentan un mayor nivel de falta de oportunidad y desigualdad cuando se trata de niños del área rural y no afiliados al régimen contributivo. Además, uno de los aspectos que suponía superado, el cobro de cuotas moderadoras y copagos, se encuentra presente en muchos de los casos de inoportunidad”, concluye la autora.
Señales de alerta
El Instituto Nacional de Cancerología advierte que cuando un menor se queje de dolores, así sean leves, es necesario llevarlo al médico para realizar chequeos. Hay que estar alerta de dolencias en las extremidades o huesos e hinchazón sin que se hubiesen presentado traumas o señales de infección. Asimismo, observar si hay fatiga, decaimiento o cambios en el comportamiento. Esté atento además a la pérdida de la visión, ojos desviados, mareos, pérdida del equilibrio o de la coordinación. Y, finalmente, a sangrados espontáneos.
Información El Tiempo