Muchos de los inmunizados concuerdan que la pandemia los unió más a Dios y sus las familias, por eso la vacuna representa una esperanza de vida y de progreso que le permite a la sociedad alcanzar la añorada normalidad.

Cuando Celmira Osorio Soto recibió el ‘pinchazo’ en su brazo izquierdo de inmediato se activó en su rostro una sonrisa que representaba una esperanza de vida en medio de la grave situación pandémica.

Un ‘chip’ para controlar el mundo fue uno de los tantos mitos que rondó la vacunación contra el Covid-19, pese a la falsa información, la mujer de 68 años decidió vacunarse luego de esperar por mucho tiempo ese gran día. Por eso, ser inmunizada le representa un acto bondadoso de Dios, porque gracias a Él, los expertos descubrieron sin precedentes una solución a la pandemia, y en medio de ello, su fe nunca se perdió.

“Me siento bien luego de ser vacunada, me siento perfecta, y estoy segura de que esto nos va a salvar. Hay que darle gracias a Dios por eso, porque nos dio esta bendición”, indicó Celmira.

Con seguridad la mujer invitó a las demás personas a vacunarse y continuar acatando todos los protocolos de bioseguridad para protegerse del virus. “No tenemos que descuidarnos, así nos hayan aplicado la primera dosis; no pensemos que con eso ya vamos a estar inmunes”, dijo.

Volver a la normalidad, el sueño de todos

Por su parte, Rubiela Trujillo de Lamilla, de 75 años, argumentó que inmunizarse es la única opción para volver a disfrutar de la vida, esa que se pausó hace un año porque su familia decidió confinarla para protegerla del terrible virus. Por eso, asistió a la jornada de vacunación.

Rubiela, de manera contundente manifestó que no le da miedo la vacuna, por lo contrario, durante todos estos meses estuvo esperado con ansiedad la llegada de los biológicos. “Dos veces fui a Idime y no me vacunaron, me sentía frustrada, decía será que no me van a poner la vacuna”, reveló.

Después de la tempestad, vino la calma cuando llegó su momento.  Ese día recibió la primera dosis de la farmacéutica Pfizer. Detalló que solo sintió una sutil caricia en su brazo izquierdo que la llenó de satisfacción luego de varios meses de espera.

Tranquilidad genera la vacunación

Contrario a Rubiela, Otoniel Cabrera Garzón, de 75 años, al principio sí sintió el miedo que se genera con solo ver las agujas, sin embargo, no sitió absolutamente nada, según él por la mano delicada de la vacunadora de la ESE Carmen Emilia Ospina. Ahora afirmó que está más tranquilo y seguro.

“En seguida llegó la vacunación de los de 70 años, me llamaron. Estaba esperando la vacuna; dije apenas llegue me voy haré vacunar”, detalló.

La pasión por su profesión

La satisfacción que genera la vacunación no solo la sienten lo usuarios, también la auxiliar de enfermería, Francy Rubio Sánchez. A ella la pandemia le cambió la vida debido a que, en sus años de experiencia en el sector de la salud, nunca se había enfrentado a una crisis sanitaria tan compleja como la actual. Aunque precisó que, dicha situación sí mejoró las vidas de las personas, porque fue una oportunidad para unir y fortalecer los lapsos familiares, que se habían perdido por las rutinas y preocupaciones diarias. “Las enseñanzas que nos deja, es que somos muy vulnerables y que no debemos separarnos de la mano de Dios”.

Es por ello, que hablar de su labor le saca suspiros; porque se siente feliz y orgullosa de integrar el equipo de vacunación que da una dosis de esperanza a muchas personas. Precisamente, ese estado pleno de satisfacción por cumplir bien su deber, la motiva para seguir luchando incansablemente para que el Municipio de Neiva llegue a un gran número de inmunizados.

“El hecho que tengamos la vacuna no quiere decir que vamos a relajarnos, seguimos con protocolos de bioseguridad, el uso de tapaboca, lavado de manos, aislamiento, que podemos tener un poquito de cercanía con nuestros familiares sí, pero no quiere decir que se deban hacer grandes reuniones”, puntualizó haciendo un llamado a la ciudadanía a no poder la guardia ante un virus que evoluciona y ataca desprevenidamente a una sociedad vulnerable.